miércoles, 10 de septiembre de 2008

el ensayo de hoy y la locura de siempre

hoy fue un buen ensayo.

estuvo la Milusa Alarcón y le gustó mucho lo que vio. Me alegra, me tranquiliza y me da pilas.

Qué difícil querer contar lo que contamos.

A veces pienso o trato de condensar en palabras de qué se trata nuestro Otelo. Nuestro Otelo no es hombre. No es negro. No es un general. No es un moro bruto.

De qué hablamos entonces? Todo lo que le enfurece a Yago, lo que pone en palabras no existe. Es una mujer, es blanca, es una diva, no es bruta. Todo eso que le enfurece está en la cabeza de Yago? ¿Es lo que la gente dice de él aunque su imagen sea otra? ¿Hablamos de esto en la obra? O es sólo una mirada mía que no está presente en la puesta?

Nuestro Otelo es por momentos destestable. Por momentos es más destestable de lo que quisiera. Pero aparece así. ¿Estoy entonces justificando a Yago? ¿Le estoy dando la razón de que haya armado semejante maraña de mentiras y tretas para acabar con todos?

Nuestro Otelo, nuestra Desdémona, nuestro Cassio son un trío fastidiante. Soberbios, estúpidos, frívolos, viciosos, extremos. Un triángulo ciego de pasiones y de juegos sociales que cae en las redes de un psicótico. Pero este psicótico ve. Ciegos vs. vidente. Ver da poder? Sí. Ver la verdadera cara de estos infames vulnerables justifica pergeniar un crimen? ¿Justificamos la venganza, la furia, el odio? ¿A estos tres seres no hay que matarlos? Desdémona, demandante y ciclotímica. Otelo, soberbio y desiquilibrado. Cassio, estúpidamente insoportable. La intenligencia viene de la mano del mal?

Por otro lado, todo esto que escribo no sé si es lo que está en escena y, más aún, si es lo que ve el espectador. Escribo esto y pienso en el momento en que juegan a la mancha. Sí, con más razón debe estar para enmarcar y describir a ese trío infernal.

Tengo un bollo en la cabeza. Más avanzamos en el trabajo y más aflora la necesidad de hablar de la traición amorosa, pero de un amor de tres. El juego infantil para hablar de lo terrible y lo perverso.

Y Yago... Yago... ups... ¿soy yo?

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