domingo, 30 de noviembre de 2008
Y al final, la muerte.
Ahora añadimos los sábados para ensayar (sueño, mates y mucha grasa en las misceláneas gastronómicas).
Ir llegando al final del montaje genera alegría y vértigo.
A la vez, se toca este tema - qué tema - el de la muerte. Desde la escena se hace difícil abordarlo, pero también desde lo humano. Y digo desde lo humano y no precisamente desde lo actoral. El fantasma tan temido con el que convivimos cotidianamente y al cual le hacemos oídos sordos para no enloquecer, sobre ese fantasma hay que trabajar. Hay que re-presentarlo. Hay que mostrarlo. Hay que transitarlo. Y siempre genera un revuelo silencioso en los actores, en el director.
Desdémona ya está luciendo su rojo pañuelo estrangulado.
Vamos por tí, Cassio.
Vamos por tí, Otelo.
Ir llegando al final del montaje genera alegría y vértigo.
A la vez, se toca este tema - qué tema - el de la muerte. Desde la escena se hace difícil abordarlo, pero también desde lo humano. Y digo desde lo humano y no precisamente desde lo actoral. El fantasma tan temido con el que convivimos cotidianamente y al cual le hacemos oídos sordos para no enloquecer, sobre ese fantasma hay que trabajar. Hay que re-presentarlo. Hay que mostrarlo. Hay que transitarlo. Y siempre genera un revuelo silencioso en los actores, en el director.
Desdémona ya está luciendo su rojo pañuelo estrangulado.
Vamos por tí, Cassio.
Vamos por tí, Otelo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario