jueves, 6 de noviembre de 2008

nuevas, próximas y las de siempre

Mañana ya llego a mis cuarenta.

Una palpitación interrumpió por un momento la escritura.

Pasado, viajando a Santa Fe. Mi papi, mejor.

Llego a los cuarenta con una buena nueva. Me acaban de contratar por un año como director residente en la carrera de Arte Dramático en la Universidad del Salvador. Estoy muy contento y ansioso. La generosidad y confianza de una querida colega, Corina Fiorillo, me permitió este paso.

Mañana, mis cuarenta y conoceré a quienes serán mis alumnos el año próximo.

Pondré mi corazón y mi experiencia allí para no defraudar ni defraudarme. Ya lo sé, vendrán los tiempos de puteadas y de angustias con el nuevo proceso creativo porque es así y me conozco. Pero bueh, serán nuevas puteadas y nuevas angustias, por lo menos.

No me olvido de vos, Otelo. Mi querido Otelo. También estoy esperando la oportunidad de meternos de lleno en la escena de la fiesta. Tantas idas y venidas familiares y de salud, han demorado los tiempos. Creo que el miércoles, luego de mi regreso, me zambulliré en la fiesta. Lo necesito y creo que el proceso ya lo reclama. Necesito empezar con esta nueva etapa del montaje.

Fedón, vos también estás. Más recluido, pero estás. Mañana me reúno a trabajar con Margó en un café y me ocuparé de vos. Tu discurso yourceneano está complejo, cerrado y duro. Personalmente creo que algunas cosas habría que sintetizar porque me parecen demasiado literarias y reflexivas. Que un lector podría releer para entender pero no así un espectador que escucha una frase y luego la palabra se desvanece en escena y en el tiempo porque ya hay una nueva frase, una nueva escena, un nuevo tiempo. Teatro, en fin.

Bueno, cuando escriba de nuevo seré un señor mayor. (??!!)

Que se venga un nuevo año.

Un buen año.

Que se venga trabajo y satisfacciones profesionales.

Salud para mí y mis queridos.

Que se venga el amor también. Que hace falta.

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