domingo, 24 de agosto de 2008

el Fantasma

El Fantasma me visitó otra vez.

Así, sin desearlo - creo -, sin esperarlo - creo -, aparece en mis sueños.

Esta vez el Fantasma estaba al lado mío, en otra computadora. Anota su nombre en un papel - un nombre, otro nombre, no su nombre - y la "escena" se traslada a su casa... conyugal.

Luego, cuando me desperté - no feliz, no triste por el reencuentro - recordé cómo me resonó su charla cotidiana con su ser amado en el piso superior de ese departamento ajeno en el cual yo esperaba en sueños. No me dolía tanto ver al Fantasma y su ser amado como escucharlos comentar insignificancias diarias durante un cepillado de dientes.

Despierto y digo ¿ésto le duele a Otelo? Escuchar cómo Desdémona y Cassio tan sólo charlan, cómo se encuentran uno con el otro en un diálogo intrascendente pero lleno de cotidineidad, esa rutina única que sólo puede darse entre dos que se aman y se conocen profundamente? Qué duele más? Ver al ser amado besando a un otro o verlo en una comunión de almas? Hay lugar, intersticio donde meterse si hay una común-unión?

Ay, Fantasma. Ay, traición. Ay, Otelo.

No hay comentarios: